Este deseo muy frecuente por tener sexo tiene unos beneficios específicos con relación al apego. Básicamente, es tras el sexo cuando se alcanza el punto álgido de la lujuria de un enamorado y se comienzan a establecer vínculos de apego, merced al efecto químico de la oxitocina y la vasopresina.
Los hombres ni siquiera sabemos coger. Nos masturbamos demasiado de chiquitos, somos eyaculadores precoces por excelencia, pues nos masturbábamos a ocultas, y veloz antes de que nos cachasen. Aprendimos a venirnos lo más pronto posible.
De exactamente la misma manera las relaciones de las mujeres casadas que tenían amantes, procuraban las relaciones con ellos en esos periodos de picos hormonales durante el ciclo menstrual en los días de mayor fertilidad.
¿Qué te parece si tomamos una bebida y nos ponemos al día?, mi número es número o si deseas que haga la llamada, me mandas tu número. Llámame cauto, mas siempre y en todo momento me agrada charlar con las chicas primero ya antes de reunirme con ellas.
Juegos que estimo de alto nivel, donde los participantes deben conocerse a la perfección, obviamente siempre y en todo momento deben ser consensuados y pactados (no voy a cansarme de repetirlo), guardando tal vez elementos sorpresa que le dan relevancia a la vivencia.
Muchas noches pasaba lo que no deseaba que pasase, que me desahogaba a mí forma (…) por el hecho de que no podía dormir (…) o bien porque no deseaba padecer, aunque siempre y en todo momento tenía, tras ello, la misma sensación: de vacío, estaba asqueado y molesto conmigo mismo. Y me repetía una y otra vez que no iba a volver a pasar.
Y su consecuente inversión de los papeles usuales, donde el hombre debe ser la figura activa a la hora del acto sexual y la mujer la figura pasiva, y la inversión de estos roles, donde un hombre es pasivo sexualmente, es inconcebible para la mente masculina, de corte sexista.
El deseo sexual o las valoraciones subjetivas de las ganas se descubrieron como desconectadas del placer, acorde con las teorías del incentivo positivo de la adicción, en las que existe un deseo creciente pero no un gozo de los incentivos. Esto es, más ganas pero menos placer.
Sin deberes, sin responsabilidades, sin las obligaciones que el amor implica, no hay colectividad formada y el erotismo entonces termina en el acto, pues es placer puro, inútil como un juego que no conduce a nada.
Mas las fantasías sexuales se aprenden con la práctica por lo que es muy útil que entre las parejas se comuniquen sus preferencias en este sentido. Bastaría para asegurar una relación excitante con que cada uno de ellos fuera contando su fantasía y lo que le excita.
